Eran uno de esos días que ni yo me soportaba. Me encontraba
en mi casa sola y sin nada que hacer. Necesitaba pensar con claridad pero el
hecho de estar en mi casa me asfixiaba. De pronto el parque del barrio que
muchas veces pasé por alto se vino a mi
mente. Así que decidí ir, una vez sentada, empecé a fijarme en las personas y
no precisamente en sus rostros, sino en sus acciones. Por ejemplo la señora que
vendía dulces, la mamá y su hijo berrinchudo o el abuelo que paseaba a su
nieta. De ellos se podían sacar muchas historias, pero por desgracia en los que
más me fijaba era en las parejas, verlos sonreír me repugnaba, cuando se tocaban
me molestaba; simplemente su proxemia me era insoportable, tal fue mi concentración
en ellos. Que ni me di cuenta en qué momento se sentó, estaba lo
suficientemente lejos de mi como para no fijarme bien en su físico pero lo
suficientemente cerca como para notar que me estaba mirando. Así que decidí
seguir con mis observaciones otro día.
En el camino todo era
tranquilo a excepción de esa sonrisa burlesca, trataba de ignorarla, pero me era
imposible. No me alcanzó a fastidiar lo suficiente, pues me encontré a un amigo
y este me acompañó bueno al menos mientras llegaba a su casa. Finalmente la
sonrisa burlesca había desaparecido. Cuando mi amigo llegó a su destino, sentí
un poco de miedo pero como no había vuelto a sentir nada raro a mí alrededor, continué
mi camino. Cuando de pronto la sonrisa burlesca volvió, lo que estaba
sucediendo era inaudito, si gritaba la gente iba a pensar que estaba loca, así
que pretendí que no sentía nada. Al llegar a mi casa, sentí esa sonrisa
burlesca detrás de mi acompañada de una mano que tocaba mi hombro. Me hele
hasta decir no más, de todo se me había pasado por la mente. Pensé que me iban
a secuestrar (un poco dramático, lo sé). Con todo y el nervio decidí voltearme,
ahora lo tenía junto a mí, era un joven de unos aparente 21 años,
tez clara, cabello liso y de cerca su sonrisa no era tan grotesca. Me miró y me
sonrió, de su bolsillo sacó un pañuelo y me dijo: -Toma esto es tuyo lo dejaste
en el parque y cuando pretendí llamarte ya no estabas, espero no haberte
asustado.-
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