miércoles, 19 de junio de 2013

A TI, AL SISTEMA


El aserto más grande fue aceptar en la trapacería en la que me
Encontraba.

En un mundo que no es mundo.

En un cielo sin estrellas.

En ti que no hay alma, bien amado.

Creer en un mundo épico,
En un cielo torneado,
Creer en un tú cristalino.

Por creerle a Cupido en la trapacería caí,
Por el amor al dadaísmo, por amor a ti.
Por el amor a las flores, por el amor al campo,
Por amor al arte, creí tus invenciones.

Invenciones de en sueño, invenciones del sueño americano.

Una vez estuve en lo más bajo, cuando llegue a la
Cúspide, bien amado.

Note todas tus imperfecciones, una a una las note.
Tu sistema se vino abajo, ahora era yo la
Que ejercía la contra-hegemonía


Era yo la que estaba al mando, al fin vi mi potencial.
Poco a poco arreciando…

No más engaños, no más invenciones, no más amor a ti

La estructura ahora estaba al revés, y la verdad que nuestra
Infraestructura nunca debió de ser.

Todo empezó cuando me volví en tu adepto, pero no más
Poco a poco arreciando, poco a poco cambiando.


No más engaños, no más invenciones, no más amor a ti.

DE PECADO VENIAL A PECADO MORTAL

Un lugar tan cosmopolita,
Con muchos rostros a mi derredor,
De todos las personas por mirar,
De todas las personas por conocer.
Ahí estabas tú.


Yo a la vista, una mujer plañidera
Devota a la religión, devota a la institución que llaman
Iglesia;
Devota al amor de mi difunto esposo.

Fui caudillo de ti, de tu viva mirada
Tanto así… que no me importó en la
Aflicción que para esos días apenaba mi alma

Me deje deleitar de tu sonrisa tan suspicaz, de tu
Cuerpo tan bien definido; de tu rostro tan angelical.

Eras un simple obrero, joven y lleno de energía
Y yo una viuda, pasada de edad.

Pasaba todos los días por la construcción, sólo para verte
Hombre del rostro angelical.
Me lanzabas una sonrisa que me hacía sentir especial.
Dios me perdone por este pecado venial.
Pero es que solo con verte me imaginaba
Contigo jugando a ser Adam y Eva.

Todos los días hacía lo mismo, a excepción de ese día
A ese excepción de ese martes negro
De mi bolso saque un pañuelo, limpie el cristal
De mis anteojos mohosos
Y era cierto, estabas abrazando a otra.
En ese momento solo te vi de manera Ignominiosa

Quise acabar contigo, joven del rostro angelical.
Pero controle mis estribos, seguí mi camino
Prometiendo que a la tarde regresaría

A la hora del crepúsculo, como lo prometí ahí estaba
Esta vez decidida al fin escuchar tu voz,,
Pavorosa me encontraba, pero me supuse no te
Opondrías a venir, y ayudar a esta mujer pasada de
Edad con esta carga pesada.

No me equivoqué, el joven del rostro angelical
Guardaba aun un poco de bondad, que para esa época
Estaba en vía extinción.

Me acompañaste a la vereda.  Te pregunté tu nombre
Respondiste Miguel, y dije Ángel voltea.
No alcanzaste a decir nada, caíste al suelo
Tenía que mistificar tu rostro, pero no si antes anatemizaba
A la mujer que encandiló el corazón del hombre del rostro angelical




lunes, 3 de junio de 2013

Un día para recordar

Eran uno de esos días que ni yo me soportaba. Me encontraba en mi casa sola y sin nada que hacer. Necesitaba pensar con claridad pero el hecho de estar en mi casa me asfixiaba. De pronto el parque del barrio que muchas veces pasé por alto  se vino a mi mente. Así que decidí ir, una vez sentada, empecé a fijarme en las personas y no precisamente en sus rostros, sino en sus acciones. Por ejemplo la señora que vendía dulces, la mamá y su hijo berrinchudo o el abuelo que paseaba a su nieta. De ellos se podían sacar muchas historias, pero por desgracia en los que más me fijaba era en las parejas, verlos sonreír me repugnaba, cuando se tocaban me molestaba; simplemente su proxemia me era insoportable, tal fue mi concentración en ellos. Que ni me di cuenta en qué momento se sentó, estaba lo suficientemente lejos de mi como para no fijarme bien en su físico pero lo suficientemente cerca como para notar que me estaba mirando. Así que decidí seguir con mis observaciones otro día.



 En el camino todo era tranquilo a excepción de esa sonrisa burlesca, trataba de ignorarla, pero me era imposible. No me alcanzó a fastidiar lo suficiente, pues me encontré a un amigo y este me acompañó bueno al menos mientras llegaba a su casa. Finalmente la sonrisa burlesca había desaparecido. Cuando mi amigo llegó a su destino, sentí un poco de miedo pero como no había vuelto a sentir nada raro a mí alrededor, continué mi camino. Cuando de pronto la sonrisa burlesca volvió, lo que estaba sucediendo era inaudito, si gritaba la gente iba a pensar que estaba loca, así que pretendí que no sentía nada. Al llegar a mi casa, sentí esa sonrisa burlesca detrás de mi acompañada de una mano que tocaba mi hombro. Me hele hasta decir no más, de todo se me había pasado por la mente. Pensé que me iban a secuestrar (un poco dramático, lo sé). Con todo y el nervio decidí voltearme, ahora lo tenía  junto  a mí, era un joven de unos aparente 21 años, tez clara, cabello liso y de cerca su sonrisa no era tan grotesca. Me miró y me sonrió, de su bolsillo sacó un pañuelo y me dijo: -Toma esto es tuyo lo dejaste en el parque y cuando pretendí llamarte ya no estabas, espero no haberte asustado.-